Cifras Mundiales y Regionales
Los avances alcanzados en la conservación y la utilización sostenible de las especies y los ecosistemas terrestres del planeta son desiguales. El ritmo de desaparición de los bosques ha disminuido y se siguen logrando mejoras en su ordenación sostenible y en la protección de zonas importantes para la diversidad biológica. Sin embargo, la disminución de la productividad de la tierra, la pérdida de diversidad biológica, la caza furtiva y el tráfico de fauna y flora silvestres siguen siendo motivos de gran preocupación.
La desaparición neta de bosques sigue perdiendo velocidad y el inventario de biomasa forestal por hectárea es estable. Se están protegiendo los bosques y han aumentado las zonas sujetas a planes de gestión a largo plazo y certificación voluntaria. Entre 2010 y 2015, la pérdida neta anual de zonas forestales en todo el mundo fue menos de la mitad que en la década de 1990. La proporción de la superficie de tierra cubierta por bosques disminuyó del 31,6% en 1990 al 30,8% en 2010 y al 30,6% en 2015.
El 15% de la tierra es objeto de protección en la actualidad, pero esa protección no abarca todas las zonas importantes para la diversidad biológica. Se necesita proteger las zonas clave a fin de fortalecer la gestión de los recursos naturales y conservar esa diversidad. Entre 2000 y 2017, el promedio de cobertura mundial de zonas clave para la biodiversidad terrestre, de agua dulce y de montaña, aumentó del 35% al 47%, del 32% al 43%, y del 39% al 49%, respectivamente.
En 2017, el 76% de las zonas de montaña del mundo están cubiertas por algún tipo de vegetación, como bosques, arbustos, pastos y cultivos. La cubierta vegetal de las montañas es más reducida en Asia Central (31%) y más elevada en Oceanía (98%) (excepto Australia y Nueva Zelandia).
Entre 1998 y 2013, aproximadamente la productividad de una quinta parte de la superficie terrestre cubierta por vegetación mostró tendencias persistentes a la baja. Las regiones más afectadas son América del Sur y África, en donde, en algunos casos, las etapas avanzadas de degradación de la tierra están provocando la desertificación en las zonas de tierras secas, en particular en las praderas y los pastizales. La degradación del suelo y la tierra socava la seguridad y el desarrollo de los países. Para mejorar la vida y los medios de subsistencia de más de 1000 millones de personas que actualmente están en peligro es esencial revertir los efectos de la degradación de la tierra y la desertificación mediante una ordenación sostenible de la tierra.
La pérdida de diversidad biológica continúa a un ritmo alarmante según el Índice de la Lista Roja. El riesgo de extinción de los corales es el que está aumentando más rápidamente entre todos los grupos de especies evaluadas, debido a la creciente amenaza del cambio climático y sus efectos locales. La quitridiomicosis, otro gran motivo de preocupación, diezma muchas especies de anfibios y aumenta el riesgo de extinción.
La caza furtiva y el tráfico de especies silvestres sigue frustrando los esfuerzos de conservación. Los mercados ilícitos de fauna y flora silvestres son complejos y fluctúan con rapidez. La demanda de un determinado producto silvestre pueda crecer rápidamente, antes de que la comunidad internacional pueda reaccionar. En 2013, el marfil de elefante, el palisandro y el cuerno de rinoceronte constituyeron más del 60% de las incautaciones de fauna y madera silvestres.
La comunidad mundial está comprometida con la conservación de la diversidad biológica. Hay dos acuerdos internacionales que tienen por finalidad compartir los beneficios de la utilización de recursos genéticos de manera justa y equitativa. En abril de 2017, 144 países habían ratificado el Tratado Internacional sobre los Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura, y 96 países habían ratificado el Protocolo de Nagoya sobre Acceso a los Recursos Genéticos y Participación Justa y Equitativa en los Beneficios que se Deriven de su Utilización.
En 2015, la Ayuda Oficial al Desarrollo en apoyo de la diversidad biológica ascendió a 8800 millones de dólares, es decir, un aumento del 39% en términos reales con respecto a 2014.
Fuente : https://www.un.org/sustainabledevelopment/es/biodiversity/